I
En esta
vida abundan las miserias; pero también los miserables…
El
es parte de esas miserias, y uno más de esos miserables que van por ahí, sumidos
en sus lamentos, maldiciendo a los cuatro vientos, pero también, algunas veces es
tierno. El tiene un aspecto tan diferente, que lo desprecian como a un maldito.
Yo solo me limito a dejarlo ser, qué más da, somos amigos. Y Yo soy ambos…
Pero
a pesar de ello, y en estas condiciones tan lamentables, estamos forjando nuestras
mejores letras, aun con esta daga atravesándonos el corazón…
Elogio
a la miseria:
Entre esas sombras
frías
que había cultivado
desperté.
Y ahí estaba
mi tristeza
parada
frente a mí,
de
ahí nació mi gusto
por la poesía.
Ella siempre estuvo ahí
y aun que
intente
alejarme de ella,
ella venia conmigo
a donde sea…
Bien por
esa soledad,
por la miseria de las calles,
por
esas perras.
Bien por esos versos que escribí
aun que nadie
los
leyó Jamás.
Bien por
esas desveladas.
Cuantas noches
disfrute de todo aquello,
sin la necesidad
de pagar por el servicio
de una
puta
y una buena botella de alcohol.
II
En
las calles de esta ciudad, a la hora en que la mayoría duerme, hay lugares en
los que la fiesta y el drama se acrecientan, sitios en los cuales todo se conjuga
para incrementar la locura: Bares, cantinas, prostíbulos, callejones
hediondos donde mueren los indigentes, entre otros lugares más. Hay tantas
historias que giran alrededor de las miserias humanas de esta ciudad, como para
escribir un libro; un libro sin final…
Estos
lugares forman su propio mundo, tienen su propia vida ecléctica, llena de gente
estrambótica y decadente; lo que los convierte en lugares sumamente
surrealistas; en donde se sonríe, en donde el alma claudica y en donde se muere lentamente...
Yo también
soy un habitante de esta ciudad y tengo muy pocas noches de calma. Por ahora, el
alcohol es la única mano que me acaricia; mientras….
Todo duerme,
porque todo ocupa su reposo.
así, como hoy
tú duermes
tan lejos de mí
yo también lo hago;
pero en mis sueños junto a ti…
y la ciudad duerme
sobre la hoja ciega del
otoño,
y el otoño también duerme
sobre esa brizna
que duerme sobre el viento.
Y así, casi todo descansa
Cuando reina la noche,
y mientras duermes
y mientras sueñas,
la vida cotidiana
jubilosa se despoja;
de su espantosa realidad…
III
Mientras
al asesino le sonríe la noche, nosotros caminamos hacia otro bar, con el sonido
de sirenas de fondo, con la muerte a nuestro lado, con la mirada tan pérdida,
que ni los perros se atrevieron a ladrar…
Aun así bebemos, como si
fuese la última vez, porque así es esta vida; entre más turbio es el viaje, más
hermoso…
Una plegaria en la embriaguez:
Por el frio de esta noche
por esa luz viajera
y por aquellos
mundos
que en silencio nos observan.
Por mis letras escritas
por mis versos malditos
y por todos aquellos
que no publicaré jamás …
Por lo que encuentra su forma
Por lo que nos
transforma
¡Y por nuestro derecho a la embriaguez!
Por nuestros muertos en vida
por nuestras falsas creencias
y nuestra justa
absolución
Por la magia de las letras
por su misterio,
y por el día en que las descubrí.
Por los poetas
por la poesía
y por su pronta comunión
Por todos los que buscan
por los pocos que encuentran;
y por el 8 de diciembre del 43…
IV
El alcohol es el viajo sabio que
legra las calles y los pensamientos de los hombres, es quien nos engrandece
el alma, quien
nos libera de dogmas,
de límites y de todo aquello que nos
detiene…
Puedo
burlarme
de la muerte,
huir
de religiones
y
prescindir
de
reglas morales.
Puedo
cultivar
el ocio,
consumir
mi tiempo
pegado
en una botella.
Puedo
encarar
a la autoridad,
imprecarla
sin mesura
y
mostrarle los dientes
a
esta vida de mierda.
Puedo
odiar,
puedo pelear,
puedo
romperle las costillas
a
las mañanas…
Puedo
derramar
la sangre
a lo
largo
de
este corredor.
Puedo
desatar
el caos
y
todo aquello
que genere
violencia
en
tiempos de paz…
Pero
debo admitir,
tumbado
sobre
estas líneas;
que
no puedo luchar
contra
este sentimiento
que
hoy
me hace
sufrir…
V
después
que aingratas,
y el alma se escapa, tan lejos; pero tan lejos, que siento….
Miedo,
de lo que soy capaz
y de lo que deseo hacer.
Miedo,
de toda esta libertad que poseo,
porque siempre será
como algo del infierno…
Y miro a mí alrededor
y pienso en el
futuro,
en esa muerte
que sonriente
se frota las manos
cada vez que la olvido.
Mirarme,
en medio de esta noche
me da miedo,
pues me hace pensar
en la espantosa
mitificación del tiempo;
en saltos cuánticos,
y en otra extraña sensación
que orbita en mí.
Miedo
de mi oficio,
de mis escritos,
que se levantan
mientras duermo
y que me velan
a lo largo de la noche.
Miedo de mis manos
de sus silencios,
que hacen dormir
esas voces hirientes
de mi pasado,
de aquel pasado
que tan dulcemente
le cerré los ojos
aquel fúnebre día
en que le hice morir.
Miedo a la razón,
más que a la locura.
miedo que voy arrojando
a las puertas de la eternidad...
VI
Que oficio…
Qué manera de arruinarme la
vida, de despreciar el vino del verano; bálsamo que nos consuela de la mano de
dios.
¿Pero por qué insistir, por
que buscar entre las brumas de mi corazón la fuente de mi inspiración? Si
adoramos el sol, la blanca y deslumbrante luz que se vierte sobre las ciudades,
que ilumina nuestros senderos y que nos envuelve hasta cegar.
¿Por qué dejarme llevar así,
con tanta facilidad hacia el abismo? ese espacio que ya tengo reservado,
alevosamente para mis desgracias.
Que viaje. Cabalgando al
lomo de la bestia, en estas inmensas llanuras desoladas, tan siniestras. En
donde soy jinete entre las sombras de
mis locuras, bajo este cielo inconmensurablemente gélido, brutal, ensombrecido
por la inmensa soledad de mi extrañeza.
Que eterna es la noche, que
inmensa y violenta es mi visión, que vida la mía; la cual, irrevocablemente será devorada por
mi feroz cabalgadura.
VII
...Retorno
Estoy inerte; casi mudo, la sobriedad llegó con toda su
rudeza.
¡Dios mío! Cuanta luz hay en el fondo. Y ahora, que solo
quiero llorar, y despejar mi alma…
¡Qué crudo y espantoso es este despertar!
Todo vuelve a ser incierto, frio; tristemente siniestro.
Esta realidad no es para mí.
¡Qué vida!
Hoy solo me queda la locura
que bebí, el llanto que se roba mi aliento. Y el milagro de poder escribir…
La
vida se me muestra
tal y como es.
Me muestra los dientes,
esa tan codiciada pose…
Ya
de nada nos valdrá soñar,
ya
las calles huelen a miseria,
saben a miseria;
y nos exhiben como una miseria.
Y la miseria trae
consigo al dolor…
Viejo,
me voy de aquí,
así que toma mis palabras,
toma
mi bandera,
toma el carnet de mis lamentos;
me largo de aquí.
Señor
tú
toma mi alma,
elévala en tu vuelo,
viértela
sobre el azul,
sobre ese cielo luminoso,
esa
vela temblorosa
que cuelga del universo,
y
que me miro caer...
Rambal
I -Todos somos unos miserables y el que no lo cree así es un estúpido miserable.
ResponderEliminarI -La tristeza es la ponzoña que desvela el alma, la bilis que nos hace retroceder a nosotros mismos, pero no se puede vivir demasiado tiempo en ese estado catatónico de melancolía.
II - Singular belleza de las calles -como despojos de una carnicería a media noche-. Hay que ser un verdadero urbanita para congratularse con todas esas maravillas que parecen esconderse de las miradas ajenas, igual que la enajenación de las presunciones de los cuerdos.
III -Comulgo con esa plegaria a la embriaguez total.
IV - Hasta aquí llegan los vapores etílicos de tu poema, que es un alegato por la vida.
V - Demasiada libertad es como navegar en un barco ingobernable.
VI -Siempre esa pregunta "¿Pero por qué insistir, por que buscar entre las brumas de mi corazón la fuente de mi inspiración?" Nos hacemos de brumas.
VII -La miseria cabalga sobre la miseria, pero también es fácil dejarnos sorprender por la claridad de los días. Indudablemente, estamos ciegos a la belleza obvia que gravita insinuante a nuestro alrededor.
-------------------------------------------------------
Un placer leer estas magníficas lineas que destacan de cualquier lasitud.
Amigo Raul, Gracias por dejarte robar un poco de tiempo.
ResponderEliminarSiempre sera un placer porder compartir mis trabajos.
Muchas gracias por tus comentarios.
Rambal